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miércoles, 4 de enero de 2017

La evolución del ser humano y la salud



En nuestra sociedad, el progreso pasa por lo externo, pero nos hemos olvidado de la dimensión interna del ser humano, de la dimensión que podríamos llamar moral o de los valores que nos inspiran. En cuanto a la salud, ocurre lo mismo. Tenemos una visión muy limitada de lo que es la salud, que se concentra exclusivamente en el cuerpo físico. Generalmente, estar sano es no tener un dolor o una enfermedad, pero este nivel es un nivel básico y primario. Además del cuerpo físico están el cuerpo mental (el estado de nuestra mente: preocupados, obsesionados, resentidos…), el cuerpo emocional (nuestro estado de ánimo, cómo nos sentimos: deprimidos, ansiosos…) y el cuerpo espiritual (estado que integra, con armonía y bienestar, los diferentes niveles mentales y emocionales). La manera en que vivimos las experiencias se refleja en el cuerpo espiritual, mental y emocional, causando un importante efecto sobre el cuerpo físico. En nuestra sociedad, se nos enseña a vivir como si la muerte no existiera, como si la muerte fuera un enemigo. Pero los enemigos son el miedo y la ignorancia, ya que la muerte es la salida natural que a todos nos espera y lo que convierte la vida en una experiencia preciosa. La maduración del ser humano es el crecimiento interno, la honestidad y el valor de darnos cuenta de que hemos vivido hasta cierto punto, consiguiendo ciertos logros; pero sobre todo afecta a lo que soy.
¿Quién soy yo y qué sentido tiene mi vida?
Crecer interiormente requiere una deliberación, saber qué es posible y ponernos a ello. Requiere reconciliarse con aspectos de nosotros mismos, integrar todas las experiencias que hemos vivido y acumulado; supone aprender a envejecer, aprender a morir y recuperar el ser que somos. No es lo mismo llegar a ser “un viejo sabio que un pobre viejo”. En la sociedad en que vivimos, los ancianos no son casi respetados, porque no somos “viejos sabios”, somos personas ancianas que hemos permanecido fijadas en actitudes infantiles, resentidas, temerosas y no somos un testimonio para los jóvenes de lo que es ser mayor. El mayor necesita integrar los diferentes cuerpos para ver el nivel que tiene de salud, analizar el estado de conciencia que tiene, ya que tiene dentro una capacidad de bienestar, un testimonio de la vida del que se puede aprender.


El proceso de dejar de ser

Para aprender el proceso de dejar de ser, hay que aprender a vivir muriendo. Estamos muriendo desde el momento en que venimos al mundo y es esencial aprender a soltar, en cada momento, lo que ya no somos. Lo que ya no somos se refiere a un rol, a un papel, a un lugar que habíamos ocupado en la sociedad y precisamente la vejez es el momento en que la vida nos despoja casi inevitablemente de todo esos papeles que hemos desarrollado y nos enfrenta a la inactividad, al tiempo libre, al vacío, y podemos entrar en ansiedad, podemos defendernos rabiosamente, podemos colaborar ayudando a otros; pero podemos, también, ocuparnos de esa dimensión que se abriría naturalmente, porque, siempre, lo que perdemos, lo que muere, de alguna manera es un aspecto de nuestro ser. Tenemos un concepto de la vida muy pobre.

Entendemos, por ejemplo, que tener salud consiste en no padecer ninguna enfermedad física. La salud física es, sin duda, una dimensión importante del estar sanos, pero podemos estar sanos físicamente y estar muy enfermos emocionalmente. Estar deprimidos, obsesionados, resentidos, padecer ansiedad o constante mal humor, son síntomas de una salud muy pobre, de mala salud emocional. Sabemos que las emociones negativas nos amargan la vida igual, o peor aún, que las enfermedades físicas. Las emociones enturbian la mente y, cuando nos sentimos mal, pensamos, lógicamente, muy mal. Pensamos mal de los otros, del mundo y de nosotros mismos; somos agresivos y poco tolerantes o, por el contrario, nos aislamos del mundo y nos conmiseramos de nosotros mismos. Los estados mentales afectan profundamente nuestra vida, son filtros a través de los cuales miramos el mundo, y aunque estemos sanos físicamente, si no nos sentimos en paz, si estamos enfadados o tristes, todo lo acabamos viendo negro. Es importante saber que la salud ha de ser integral, es decir, debe integrar esos tres cuerpos: el físico, el emocional y el mental. La salud espiritual es un estado de conciencia que engloba y armoniza la totalidad de nuestro ser. Cuando tenemos una buena relación con el propio cuerpo, incluso el dolor es más tolerable.
Si nuestro estado de ánimo es sereno y conformado, las penas del cuerpo se llevan mejor. E igualmente, cuando tenemos una buena escucha de nuestro mundo interno y podemos hacernos cargo de nuestras emociones, podemos vivir las dificultades con menos angustia y más comprensión. El cuidado y desarrollo de esa actitud madura y benevolente para con nosotros mismos -y si la tenemos con nosotros mismos, la tendremos con los demás- es lo que llamamos “salud espiritual”. “La mayor evolución de nuestro tiempo es el descubrimiento de que, al cambiar la actitud interna de nuestra mente, cambia la realidad exterior”, afirma un filósofo norteamericano, Williams James.


Y bien, de eso se trata: de ocuparnos de la propia mente, de sanar la actitud interna y, así, cambiar nuestra realidad exterior. Eso es salud. Porque cuando hablamos, a nuestra edad, de salud, no hablamos de recuperar la salud física o la vitalidad perdida, tampoco de salvarnos de no morir. Hablamos de integrar los cuerpos que somos a fin de vivir más plenamente la vida que aún tenemos por delante y prepararnos, adecuadamente, para el final que nos espera a todos: morir. Para poder ocuparnos realmente de nuestra salud espiritual, es importante tener claro que el enemigo no es la muerte. La muerte es un fin de ciclo necesario para que la Vida misma siga su camino. El enemigo es el miedo. Lo único que hay que temer es el temor. Mahatma Gandhi, un gran guerrero espiritual, decía que la osadía es el primer requisito de la espiritualidad. Si no desarrollamos el coraje de encarar los muchos miedos que se nos ponen por delante, seguiremos viviendo de manera cobarde. “La cobardía -dice Stephen Levine- es vivir de espaldas a la realidad, vivir como si la muerte no existiera”.
Magda Catalá, doctora en filosofía.

FIAT LUX
AMONRA CHILE UNA LUZ EN VUESTRO CAMINO.
SANTIAGO DE CHILE. JUNIO 2011-2012
FELILUXOR
FE Y FELICIDAD EN LA LUZ DE ORO
UNA LUZ EN VUESTRO CAMINO.
A MIS PADRES Y HERMANOS
QUE ESTÁN EN LOS CIELOS Y EN LA TIERRA.
POR UNA ALIANZA FORTALECIDA EN LA CONSERVACIÓN A LO QUE NUESTRO PADRE DE LOS MUNDOS NOS HA DADO COMO HERENCIA KARMICA TRABAJANDO EN COMUNIDAD POR LA CONTINUIDAD DE LA VIDA.

PARA VUESTRA SABIDURÍA Y REFLEXIÓN….
QUE LA SANTA CONCIENCIA DE LAS ALMAS
NOS AYUDE A DESPERTAR Y DARNOS CUENTA
LO QUE NOS PUEDE SUCEDER....
YO QUIERO A LA VIDA Y ESTE PROYECTO DE VIDA DEL CREADOR…
SI USTEDES CREEN TOMEN CONCIENCIA Y AYUDEMOS DE VERDAD
A NUESTRO HOGAR…
NUESTRO PLANETA TIERRA…
FELILUXOR
FE Y FELICIDAD EN LA LUZ DE ORO
POR LA VIDA

Red de luz interior internacional Amón ra Chile


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